Muchos de los grandes maestros de artes marciales practican la caligrafía o Shodo la cual es considerada como la séptima arte marcial. Los samurais incluían su estudio entre sus deberes y se decía que la forma como manejaban el pincel, era la misma como manejaban la espada. Hacer surgir la línea espontánea, permitir la libre respiración del pincel sobre una delgada hoja de papel, ¿no es en sí mismo un combate superior o más elevado?
El trazo del pincel recuerda el desenvaine de la katana o la libertad de la flecha disparada sin esfuerzo. Allí donde existe la angustia, la inquietud o la perturbación interior, el gesto perfectamente libre e inmediato no puede surgir.
La caligrafía, que es el arte de trazar las letrascon un pincel embebido en tinta, requiere una profunda serenidad. Así la armonía resulta de la maestría de un soplo o de un gesto.
Introducida desde China a Japón, la caligrafía era entonces el arte de transcribir los ideogramas chinos (denominados Kanji en japonés). Actualmente se utilizan los Kanjis y los Kana (ideogramas chinos transcritos bajo una forma fonética).
Se puede decir que la serenidad interior debe conducir el pincel. El pincel traduce el inconsciente, lo más profundo. Lo que se denomina la “sagacidad del ojo” es aquello que conecta los signos entre ellos como si tratar de ensamblar el movimiento y lo inmutable. El ego a las diez mil cosas del universo. Lo presente y lo intemporal.
Tomado de Les Arts Martiaux ou l´esprit des budo de Michel Random